Ramón Martel se crío entre el olor a pólvora, conociendo el oficio de fueguista, de mano de su padre, el reconocido Ramón Martel Dávila, fundador de la empresa Pirotecnia San Miguel.
De esta manera, para Ramón Martel Martel, este es el verano más triste, sin poder ejercer un oficio que ama con tanta pasión. Ya que dice que cuando ve la cochera con los diez furgones parados, se le salen las lágrimas.
Entre el aislamiento y la suspensión de las celebraciones, han tenido que parar a los empleados, ya que de pasar a facturar 400.000 euros, este año los ingresos son cero, en la cual solo han tenido la oportunidad de estallar los fuegos de la Virgen del Carmen en La isleta.
También del daño económico está el daño sentimental, ese no poder viajar por todas las islas, recorriendo los pueblos, iluminado la noche con alegres colores.
Pues, los fuegos acuáticos de Sardina de Gáldar, o los fuegos artificiales de la Virgen de Guía, son algunas de las citas festivas anuales de la famosa empresa pirotécnica.
Lamentablemente, este año toca guardar el amor a estos fuegos, esperando otro verano, en el que las doradas palmeras adornen e iluminan el cielo, para que el mundo disfrute de ello.
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